Como ejemplo, ahora se suma calle Varas, estadio de Puerto Varas y algunos centros de salud regional que han pasado por más de una empresa
contratista para poder finalizar el proyecto original y otros más.
Pareciera ser la tónica más que habitual, en la conducta de los proyectos públicos que desarrolla el Gobierno de Chile.
Sin duda esta es una realidad que cada día es más frecuente al igual como lo es la ampliación de presupuestos y mayores de plazos para que las empresas contratistas, por fin, entreguen las obras terminadas.
Esta situación no solo abarca al Gobierno de turno, sino que ya es una mala práctica demasiado habitual, que ha involucrado a todos los periodos después del retorno a la “Democracia”.
Otro punto que se le suma a esta falta de rigurosidad a la hora de elegir a las empresas licitadas, son los respaldos y garantías que se les piden, los que muchas veces, ni siquiera los cobran, dándoles uno y otro plazo, sin mediar lo que significa dejar botada una obra de gran importancia y desarrollo ciudadano, como lo son las citadas, con un comercio que ya está a punto de la quiebra por no poder trabajar al 100% y con días que simplemente, han tenido que cerrar sus puertas por el bloqueo de sus accesos.
Así tenemos a las empresas constructoras trabajando en nuestro país, sumando los plazos que ellos estiman convenientes, con obras que en muchos casos, “No requieren ni la mitad de tiempo para terminar en forma eficiente.
Es cosa de darse una vuelta por las principales obras de Puerto Montt y supervisar ¿cuántos trabajadores están en plena función y cuántos están sacando la vuelta, sin mover un dedo para trabajar?... excepto para reírse junto a su celular o amigos...