Primero se inició con el aumento de la delincuencia y los asaltos en las calles afectando a los transeúntes y el comercio.
Luego llegaron los portonazos, motochorros y asesinatos a Carabineros con el aumento del comercio y tráfico explosivo de drogas en las poblaciones.
Y ahora la delincuencia se desborda en los estadios de fútbol, convirtiéndolos en verdaderas batallas campales con el peligro inminente a los propios hinchas que siguen semana a semana a sus clubes favoritos.
Al analizar esta situación nos vemos enfrentados a un flagelo que ya se apoderó por completo de nuestro país y las estrategias de “Guante blanco que están utilizando las autoridades, ya no dieron el ancho”.
Por eso vemos a diario el tema que se repite todos los días en los principales noticiarios, no como una forma de criticar al Gobierno y las autoridades, sino más bien por los ejemplos de delincuencia que vemos a cada rato “frente a frente, con casos donde nosotros los mismos, los comunicadores sociales hemos presenciados estos sucesos”.
Por eso hoy referirse a este tema y como se ha perdido el control por parte de las autoridades, resulta actualmente la principal preocupación de todos los chilenos.
Es cosa de preguntarle a una persona de la tercera edad si hoy sale tranquilo a la calle a cobrar su jubilación, sin duda le contestará que sale un rato a hacer su trámite y vuelve raudo a su casa, por temor de ser asaltado.
Entonces cuando vemos lo que hoy está ocurriendo en los estadios es el fiel reflejo de nuestra sociedad con delincuentes infiltrados en las galerías como un hincha más, con el único propósito de hacer desorden, robar y destruir la propiedad pública y privada. Materia que debe ser tratada con urgencia y ser sancionada con penas gravísimas de cárcel.