Entre bromas y risas cada año se les recuerda a nuestros abuelitos que se deben cuidar más que nunca en este temido mes, que a más de uno, los
puede llevar a terminar su labor en ésta vida, antes de lo esperado. Más aún sumado que estamos viviendo un año con pandemia y un Corona virus que no nos quiere soltar.
Tras el temor de que el mes de agosto marca la partida para muchos abuelitos, pereciera más bien una tradición de recordarles que se deben cuidar ante los tibios rayos de sol que a veces, salen después de la segunda quincena y que los hace confundirse con la llegada de un verano anticipado. Más bien es por eso, ya que a consecuencia de este factor, es que muchos se enferman y contraen enfermedades respiratorias, sumado al riesgo que nos persigue del Corona virus, situación que los ha tenido sumidos al encierro permanente.
Pero en fin, solo es una reflexión con un cierto grado de humor y homenaje para nuestros seres queridos que han dado todo por nosotros en la vida y por ende siempre los estamos cuidando y preocupándonos que no les falte nada.
Frente a esto, es importante recalcar la labor que han cumplido nuestros mayores en vida y por qué no pedirles que nos cuenten sus historias pasadas para poder sacar experiencias y lograr comprenderlos aún más. Disfrutar de sus vivencias de antaño resulta muy enriquecedor para una persona con criterio formado y con un cierto grado madurez espiritual. Ellos nos pueden enseñar mucho en la vida, por eso es tan importante hablar con nuestros abuelos sobre los temas que a ellos un día los hicieron felices, por un lado por la importancia de escucharlos y por el aporte que éstas vivencias pudiesen significar en un momento determinado en nuestras vidas. Recuerden que a pesar de los avances tecnológicos, las experiencias de vida son similares y la forma como ellos han enfrentado la vida durante sus largos años, muchas veces, resulta más interesante que «la mejor película de suspenso».
Les recomiendo a aquellos nietos que se han alejado de sus abuelitos por diferentes motivos y este famoso virus, a acercarse a ellos con los cuidados respectivos, y disfrutarlos como el mejor regalo que Dios les ha dejado de herencia, les aseguro que no se arrepentirán y por el contrario, se sentirán felices compartiendo con ellos esas frías tardes de lluvia recordando las historias del pasado y de los años dorados, dónde verán en ellos, esa sonrisa que les recuerda sus vivencias y la alegría de ser escuchados por sus nietos, retoños que los hacen vibrar con cada celebración de sus añoranzas.