Por Lorena Castillo Meeder, docente área Educación del Centro de Formación Técnica Santo Tomás Puerto Montt, comenta sobre el impacto de la educación en la familia.
Para iniciar, contextualizaremos la noción de familia considerando que es una construcción social- histórica, sujeta a modificación en sus dinámicas, funciones y por su puesto en su estructura, única en sus formas de organizarse y vincularse. Como agente socializador tiene un gran valor, ya que es en este núcleo, donde se producen los primeros sentidos personales y grupales.
En educación inicial la familia es apreciada como el primer educador donde se desarrollan los primeros estilos afectivos, las habilidades sociales y cognitivas, junto con la transmisión de la herencia cultural… valores, tradiciones, costumbres, creencias, representando un modo particular de entender e interactuar con el mundo en otros espacios diferentes al hogar, potenciando nuestro sentido de pertenencia.
Diversos estudios han demostrado que cuando la familia está implicada desde educación inicial tiene un impacto significativo en el proceso de enseñanza aprendizaje lo que influye en el desempeño; mejora la calidad de las relaciones interpersonales; y tiene una influencia positiva en el desarrollo socioemocional de los niños y niñas.
En la actualidad, la invitación es a establecer espacios de encuentro con los centros educativos, potenciando relaciones basadas en el diálogo, la cooperación, reciprocidad y el respeto mutuo, en búsqueda de acuerdos; por un lado la familia proporciona información valiosa sobre sus intereses, motivaciones y necesidades de aprendizaje y por otro los centros educativos pueden desarrollar prácticas diferenciadas para involucrar y apoyar a las familias, asegurando la igualdad de oportunidades, considerando las necesidades y diferencias. Esta alianza repercutirá positivamente tanto en la comunicación, como en la colaboración mutua por un fin en común, compartiendo la responsabilidad en el aprendizaje y el desarrollo de los niños y niñas.
Es así entonces que la participación de las familias desde la educación inicial tiene una influencia significativa en la formación de metas y expectativas, en el modelado de comportamientos, en la motivación e interés de los niños y niñas por aprender, que se traducirá finalmente en el despliegue de sus capacidades y habilidades, es decir el desarrollo de todo su potencial desde un enfoque integral.